Una de los aspectos que más me gusta potenciar en mis clases es la imaginación. Un adulto con imaginación es un adulto con recursos y, por lo tanto, resolutivo. Este es para mí uno de los propósitos más importantes de la docencia. Mi intención es dotar a mis alumnos de recursos y herramientas para que descubran su potencial creativo. De esta manera, ellos mismos serán capaces de afrontar sus propios miedos (la mayoría producto de inseguridades y de falsas expectativas que los adultos depositamos en ellos), descubrir sus limitaciones, analizar sus fortalezas y aprender a sacar partido de todo ello.
Pretendo que mis niños y niñas sean capaces de buscar soluciones ante los problemas o conflictos que se les planteen y elijan la opción que consideren más adecuada, aunque no sea la correcta y se sientan orgullosos de la forma en la que han abordado la situación. No importa que hayan tardado en dar soluciones y ejecutarlas. Lo fundamental es que interioricen que para cualquier obstáculo o contrariedad hay una solución que está a la espera de ser encontrada.
La imaginación no solo es aplicable al mundo de las artes. Tiene que estar presente en nuestro día a día, ya que constantemente surgirán contratiempos, problemas con los que lidiar y cuanto más creativos seamos en nuestras decisiones mejor solución les daremos, mejor autoestima tendremos y, por supuesto, más felices seremos. Además, en el aspecto social, cuanto más resolutiva es una persona más aceptada y reconocida será.