Esta semana nuestra clase se ha
convertido en un jardín lleno de colores, historias y creatividad. Esta vez el reto llevaba un título sencillo pero muy inspirador: “Hola, soy una flor”. A partir de ahí, mis niños y niñas han
dejado volar la imaginación y han creado un mundo entero de personajes florales.
Las flores que han imaginado no son flores cualquiera:
hay margaritas que brillan, girasoles azules, orquídeas que cambian de color
según su estado de ánimo, flores que huelen tan fuerte que pueden marearte,
otras que viven en desiertos extremos o en jardines mágicos, e incluso alguna
que produce algodón de azúcar y pistachos.
Pero no solo han escrito, también han dibujado,
pintado, recortado, moldeado y construido flores con todo tipo de materiales.
Al leer sus textos y contemplar sus obras, es imposible no sentirse orgullosa
del cariño, el esfuerzo y la originalidad que han puesto en cada trabajo.
Os dejo aquí algunas de sus historia, junto con sus dibujos y manualidades para que podáis disfrutar, como yo, de este jardín literario.
Porque cuando escriben, mis alumnos no solo practican la lengua: crean mundos, y dejan florecer todo lo que
llevan dentro.
A mis chatis: seguid trabajando con la misma ilusión y creatividad, porque cada semana os superáis un poquito más.


































