En la mayoría de las veces hay un cariz más profundo y personal a la hora de la realización de una acción o elección. Es el caso de este blog.
Cuando cursaba 7º de EGB (ahora 1º de la ESO) mi profesora nos encargó como deberes que escribiéramos un cuento que ocupara no más de página y media. Lo que al principio me llenó de ilusión se convirtió, ante el papel en blanco, en impotencia. ¿Un cuento sobre qué? ¿En solo página y media? El mundo era tan vasto y mi imaginación tan amplia que las ideas se agolpaban en mi mente siendo incapaz de materializar alguna en el papel. Un cuento sobre ¿hadas, princesas, gnomos, viajes a sitios desconocidos, gigantes benévolos...? Desde luego en mi imaginación reinaban los cuentos de los hermanos Grimm y Andersen. Recuerdo perfectamente la impotencia de escribir un maravilloso cuento, un cuento como los que yo leía.
Mucho tiempo después me di cuenta de que era bastante difícil que una niña de 13 años escribiera un buen cuento sin una serie de pautas, de estrategias, de concreción de un tema, sin ni siquiera saber la la estructura de inicio (presentación personajes), desarrollo (conflicto) y final (resolución).
Esa sensación de fracaso (¿cómo puede fracasar un niño?) o de impotencia es lo que intento que no sientan mis "chatis" a la hora de escribir y que aprecien el placer de la escritura y de la lectura.
Todos estos ejercicios de "Entrevista a...","Y si fuera...", "Qué pasaría si..." etc. son solo recursos para que mis alumnos y alumnas tengan fuentes de inspiración para el futuro y aprendan a organizar y plasmar sus ideas. Todo se entrena y todo se aprende. A escribir se aprende y la imaginación se entrena. Siempre hay que tener engrasada la imaginación.
Esta vez he propuesto a mis niños, como entrenamiento, un "Y si fuera un cuadro". Podía ser un cuadro real o imaginario. Lo que ellos quisieran. Aquí os dejo alguna de las redacciones (qué poco me gusta la palabra redacción) para que podáis ver cómo disfrutan escribiendo, imaginando y pintando.
¡Son todos unos artistas!