Esta semana mis niños y niñas han dado rienda suelta a su imaginación con un ejercicio de escritura delicioso: "El ratoncito que comía libros".
Entre las páginas devoradas y las historias masticadas, han nacido historias tan creativas como entrañables: un ratoncito que logra salvar la biblioteca donde vive, otro que se pone enfermo al leer un libro tan antiguo que está caducado, un tal Mickey Mouse (no el de Disney) con seis sentidos gustativos (¡incluido el lector!) e incluso el mismísimo Ratón Pérez sucumbiendo al irresistible sabor de las historias.
Muchos de estos pequeños roedores se adentran en los libros al probarlos, viajando a mundos fantásticos como el de Alicia en el país de las maravillas o convirtiéndose en ratones sabios y eruditos. Sin embargo, no hay duda de que las aventuras y la fantasía son el género favorito de estos pequeños gourmets literarios.
Más allá de la diversión, estas historias esconden un mensaje profundo: la importancia de la lectura en nuestras vidas. Así como este ratoncito encuentra alimento en los libros, nosotros encontramos en ellos la llave a mundos infinitos, la chispa de la creatividad y una ventana hacia el conocimiento.
Este ejercicio ha sido un festín para la imaginación y una oda a la lectura. Os invito a leer algunas de estas redacciones.