Esta semana mis niños y niñas se han
convertido en auténticos titiriteros y narradores.
El reto era sencillo… o quizá no tanto: dar
vida a una marioneta y contar su historia desde dentro, como si cada una
de ellas pudiera hablar, sentir y moverse con hilos invisibles hechos solo de
imaginación.
Y el resultado ha sido fantástico. Hemos
tenido marionetas de trapo, de cartón, de pompones, de fieltro… e incluso
marionetas venidas de otros universos, como Pizzolandia. Algunas viven en
teatros mágicos, otras en estanterías azules acompañadas de cerditos, otras
recorren circos en busca de fama, y algunas más viajan por el mundo como
verdaderas aventureras.
Cada historia viene acompañada de
dibujos, manualidades y personajes maravillosos como pulpos fucsias con
tentáculos dorados, perros hechos con rollos de papel, bailarinas que no dejan
de girar, dragones que necesitan dos manos para sostenerlos y muñecos de nieve
que celebran la Navidad todo el año.
Gracias a estas marionetas, mis
chatis han jugado a ser inventores, artesanos, escritores, actores y soñadores…¡Todo
a la vez!
Este es el tipo de magia que pasa cuando
se mezcla imaginación, esfuerzo y alegría: los hilos desaparecen, y la creatividad empieza a moverse sola.
A mis chatis: gracias por poner tanta ilusión en cada hilo, cada dibujo y cada palabra. Estoy muy orgullosa de vosotros.



































