Decía Giani Rodari en su Gramática de la fantasía que una piedra lanzada a un estanque provoca "ondas concéntricas que se extienden sobre su superficie, involucrando en su movimiento [...] al nenúfar y al junco, al barquito de papel y a la balsa del pescador. [...] No de otro modo, una palabra lanzada a la mente por azar provoca una serie infinita de reacciones en cadena, atrayendo en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que interesa a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente".
Si lanzamos no una, sino tres palabras al azar y proponemos a nuestros niños un ejercicio de improvisación para crear una historia con lo que esas tres palabras les sugiere, les provoca o les producen una conexión inconsciente, estaremos trabajando cuatro aspectos fundamentales: la creatividad, la expresión oral, la comunicación analógica, y la emoción del miedo a hablar en público.
Cuatro líneas esenciales a las que unir la risa que siempre ocasiona, al menos en mis "chatis", la nula relación entre palabras como "caca" "calcetín" y "lapicero".
Las historias que se les ocurren a los niños con tres palabras elegidas por casualidad son tan creativas como desternillantes, tan imaginativas como significativas, tan razonables y fantásticas como la mente de un niño.
Os recomiendo hacer este ejercicio de improvisación en clase para desarrollar, como decíamos, la creatividad, la comunicación, el vocabulario, el miedo a hablar en público y la expresión oral.